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En un movimiento que refuerza el poder del ejecutivo nicaragüense, la copresidenta Rosario Murillo fue nombrada este martes como nueva Jefa Suprema del Ejército de Nicaragua, junto con su esposo, el copresidente Daniel Ortega, quien ya ostentaba dicho cargo. Este nombramiento se produce a través de una reforma a la Constitución Política, que modifica el Código de Organización, Jurisdicción y Previsión Social Militar.
Durante la sesión plenaria de la Asamblea Nacional, que aprobó la iniciativa de ley con carácter urgente, se detalló que el Ejército estará subordinado a la autoridad civil, que será ejercida por la Presidencia de la República, conformada por Ortega y Murillo. Esta reforma constitucional, que entró en vigor el 19 de febrero de 2025, otorga amplios poderes a la Presidencia, incluyendo la capacidad de disponer de las Fuerzas Armadas, dirigir la defensa del Estado, y ordenar operaciones militares en situaciones de emergencia o agresión externa.
La reforma también establece que la Presidencia podrá intervenir el Ejército para apoyar a la Policía Nacional en situaciones que pongan en peligro la estabilidad del país y nombrar o remover al Comandante en Jefe del Ejército según lo considere necesario. Además, introduce la figura de las Fuerzas Militares de la Reserva Patriótica, un nuevo componente del Ejército integrado por militares retirados y ciudadanos que deseen participar en la defensa nacional.
El cambio constitucional, promovido por Ortega, ha generado críticas a nivel internacional. La ONU, la OEA, y otros organismos, así como opositores dentro de Nicaragua, han señalado que esta reforma otorga un control absoluto sobre las instituciones del Estado, eliminando el balance de poderes y consolidando el régimen de Ortega y Murillo. La reforma también amplía el período presidencial de cinco a seis años y establece la figura de «copresidente», además de legalizar la apatridia para ciertos ciudadanos.
EFE