La tragedia ocurrida en la discoteca Jet Set, que cobró la vida de 221 personas y dejó más de 189 heridas, no solo ha dejado un profundo vacío entre amigos y familiares. También ha provocado una dolorosa consecuencia silenciosa: niños, niñas y adolescentes que han quedado huérfanos de uno o ambos padres.
Aunque hasta el momento no se ha ofrecido una cifra oficial sobre cuántos menores han quedado en situación de orfandad, fuentes cercanas al Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia (CONANI) y organismos de asistencia social indican que decenas de familias han quedado desmembradas, y muchos de estos casos incluyen padres jóvenes con hijos pequeños.
Los equipos de emergencia y apoyo psicosocial han reportado que, entre las víctimas fatales, se encontraban madres y padres que dejaron niños de distintas edades, algunos incluso lactantes. En algunas zonas del país, las comunidades se han organizado para ofrecer soporte emocional y material a los menores afectados.
En muchos casos, los abuelos, tíos u otros familiares cercanos han asumido el cuidado de los huérfanos, mientras las autoridades avanzan en los procesos legales necesarios para garantizar su protección y derechos.
CONANI y otras instituciones han activado protocolos de atención, aunque advierten que el proceso será largo y doloroso, especialmente para los más pequeños que aún no comprenden del todo lo ocurrido.
La tragedia del Jet Set ha dejado una herida abierta en la sociedad dominicana. Más allá de los números, está el rostro humano de la pérdida. Niños que ahora crecerán con una ausencia irreparable, pero también con la esperanza de recibir el apoyo de una comunidad que no les dé la espalda.
Mientras las investigaciones continúan y el país sigue en duelo, se espera que las autoridades den a conocer un balance detallado de los afectados indirectos, incluyendo los menores huérfanos, y presenten planes de asistencia a largo plazo.