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La ruptura entre Evo Morales y el oficialismo boliviano se cristaliza con el anuncio de su lanzamiento de una nueva agrupación política a finales de marzo. A la par, el presidente Luis Arce se perfila para buscar la reelección en las próximas elecciones presidenciales de agosto, bajo el Movimiento al Socialismo (MAS), a pesar de las tensiones que lo separan de su antecesor.
El distanciamiento entre Morales y Arce comenzó a finales de 2021, alimentado por disputas sobre el control del poder Ejecutivo y la candidatura presidencial del MAS. Arce, quien fue ministro de Economía durante el gobierno de Morales, ha llamado a su ex mentor «su principal opositor», mientras que Morales ha respondido tildando a Arce como «el peor presidente de Bolivia». A raíz de esta división, ambos optarán por presentar sus candidaturas por separado en las elecciones del 17 de agosto.
El MAS definirá su binomio presidencial en un congreso programado para el 16 de marzo. Luis Arce se perfila como la principal opción para encabezar la lista en su búsqueda de reelección. Para el analista político Paul Coca, Arce se ve como «prisionero de su candidatura», dado que rechazarla sería admitir que su gestión en casi cinco años de gobierno ha sido insatisfactoria.
Uno de los principales retos para Arce en este proceso es la complicada situación económica de Bolivia, marcada por una escasez de dólares, la falta de combustibles y una inflación del 9.97% en 2024, la más alta desde 2008. Sin embargo, a pesar de los obstáculos, los seguidores de Arce han mantenido su respaldo, y la ministra de la Presidencia, María Nela Prada, lo ha proclamado como candidato para el período 2025-2030.
Morales y sus obstáculos legales
Por otro lado, Morales enfrenta varios desafíos para su postulación. Además de una orden de aprehensión por una investigación sobre presunta trata agravada de personas, Morales sigue viviendo en el Trópico de Cochabamba, donde goza de un fuerte apoyo político y sindical que ha impedido su captura. A nivel legal, la reelección en Bolivia está limitada por una sentencia constitucional que establece que un presidente solo puede ser reelegido una vez, lo que podría impedir la candidatura de Morales debido a su historial de tres mandatos (2006-2009, 2010-2014, 2015-2019).
A esto se añade su desplazamiento del liderazgo del MAS en noviembre de 2023, cuando fue reemplazado por Grover García, un dirigente cercano a Arce, en un proceso avalado por los órganos judiciales y electorales.
La división y la lucha por la presidencia
A pesar de las dificultades, Morales sigue contando con el apoyo del Frente para la Victoria (FPV), partido que ratificó su candidatura para los comicios de agosto. Según su abogado, Nelson Cox, la legitimidad de Morales como candidato está asegurada dentro de su nueva agrupación. Sin embargo, el FPV también ha declarado que, en caso de que la candidatura de Morales sea inhabilitada, participarán igualmente en las elecciones con sus propios medios.
La crisis política de 2019, que Morales calificó como un «golpe de Estado» tras las acusaciones de fraude electoral en las fallidas elecciones, dejó una profunda división en el MAS. La lucha interna se intensificó entre los oficialistas que se quedaron en el país y los que abandonaron el poder junto a Morales.
Al mismo tiempo, la oposición encabezada por el expresidente Jorge ‘Tuto’ Quiroga y el empresario Samuel Doria Medina se aprovecha de la división entre Morales y Arce para impulsar la candidatura de un «candidato único» que busque desplazar al MAS del poder en las próximas elecciones.
La situación política de Bolivia se perfila como un escenario de fragmentación, con un MAS dividido y dos figuras emblemáticas enfrentadas por la presidencia. El desenlace de este proceso, en el que las lealtades políticas y las tensiones internas jugarán un papel crucial, podría definir el rumbo del país en los próximos años.
EFE