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El magnate tecnológico Elon Musk, mano derecha del presidente estadounidense Donald Trump, se declaró públicamente partidario de que Estados Unidos abandone tanto la OTAN como las Naciones Unidas. A través de un mensaje en su red social X el pasado sábado por la noche, Musk respondió a un usuario que pedía la salida de EE. UU. de estos organismos internacionales, diciendo: «Estoy de acuerdo». Esta postura de Musk resalta su creciente influencia sobre las decisiones clave de la administración Trump.
Musk, el hombre más rico del mundo y consejero delegado de SpaceX y Tesla, también dirige el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), un organismo creado bajo su supervisión para recortar el gasto público y optimizar la estructura gubernamental. Esta función ha generado controversia, ya que la oposición demócrata acusa al magnate de ejercer un poder desmedido y de llevar a cabo despidos masivos de empleados federales, lo que ha incrementado las tensiones dentro del Ejecutivo.
La declaración de Musk sobre la OTAN y la ONU llega en un momento de alta tensión internacional. Apenas días antes, se registró un enfrentamiento histórico entre el presidente Donald Trump y el mandatario ucraniano Volodímir Zelenski en el Despacho Oval, un incidente que reflejó las profundas diferencias sobre la postura de EE. UU. hacia la guerra en Ucrania y su relación con Europa. La postura de Musk se alinea con las críticas que ha formulado sobre la OTAN en el pasado, calificándola de «anacrónica» y sugiriendo que su expansión hacia el este podría haber contribuido a las tensiones actuales con Rusia.
La influencia de Musk en la Administración Trump se ha consolidado en los últimos meses. En una reunión de gabinete celebrada esta semana, Trump no solo cedió la palabra a Musk, sino que también respaldó abiertamente su enfoque sobre los recortes gubernamentales. «¿Hay alguien que no esté contento con Elon? Si es así, lo echaremos de aquí», bromeó el presidente, reforzando su apoyo al magnate.
La Oficina de Gestión de Personal (OPM) envió un correo electrónico la semana pasada a todos los funcionarios federales, instándolos a responder sobre las tareas que han completado, bajo amenaza de despido. Sin embargo, algunos departamentos indicaron a sus empleados que no estaban obligados a cumplir con esta solicitud. Esta política de recortes y despidos ha generado malestar en algunos sectores del gobierno y ha aumentado la percepción de que Musk está ejerciendo una influencia que muchos consideran inapropiada.
Elon Musk, por su parte, ha defendido su papel en el gobierno, asegurando que su trabajo en DOGE es de «asistencia técnica» y que sin sus esfuerzos para reducir el gasto público, Estados Unidos podría enfrentar una crisis económica. «Si DOGE deja de hacer su trabajo y no se abordan los recortes, Estados Unidos caerá en la bancarrota», advirtió Musk.
La relación de Musk con Trump continúa siendo un tema de debate en la política estadounidense. Mientras algunos aplauden su enfoque pragmático y su capacidad para implementar cambios rápidos, otros temen que su creciente influencia y sus propuestas radicales puedan tener repercusiones graves en las relaciones internacionales y la estabilidad interna de EE. UU. La idea de abandonar organismos clave como la OTAN y la ONU marcaría un giro drástico en la política exterior estadounidense, lo que podría redefinir el papel del país en la arena global.
EFE