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Se activa el protocolo solemne tras la muerte del Papa: así se elige a su sucesor

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Cuando el Papa muere, se pone en marcha un procedimiento cuidadosamente establecido por la Iglesia Católica para elegir a su sucesor. El proceso comienza con la confirmación oficial de la muerte por parte del Camerlengo, quien además sella la habitación papal y supervisa la destrucción del «anillo del Pescador», símbolo del poder del Pontífice.

A partir de este momento, se declara la sede vacante, lo que significa que no hay Papa en funciones. El gobierno de la Iglesia queda en manos del Colegio Cardenalicio, encabezado por el Camerlengo, que sólo puede encargarse de los asuntos esenciales mientras se prepara la elección del nuevo Pontífice.

Entre cuatro y seis días después del fallecimiento, se realiza el funeral del Papa. Posteriormente, entre 15 y 20 días después de la muerte, se convoca el cónclave: una reunión solemne en la que todos los cardenales menores de 80 años (corrección necesaria en el dato original) se encierran en la Capilla Sixtina para votar en secreto.

Para que un cardenal sea elegido Papa, debe recibir al menos dos tercios de los votos. Si no se alcanza ese consenso, se emite humo negro desde la chimenea de la Capilla Sixtina, indicando que aún no hay decisión. Cuando finalmente se elige a un nuevo Papa, el humo blanco anuncia la noticia al mundo, y el portavoz del Vaticano pronuncia la tradicional frase: «Habemus Papam» («Tenemos Papa»).

El proceso puede durar varios días o incluso semanas. Sin embargo, en los recientes cónclaves de 2005 y 2013, los Papas Benedicto XVI y Francisco fueron elegidos en tan solo dos días.

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