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El autopen, una máquina diseñada para reproducir automáticamente la firma de una persona con una pluma real, ha generado controversia recientemente en diferentes ámbitos. Esta tecnología, utilizada comúnmente por figuras públicas —políticos, celebridades y autores— permite firmar grandes cantidades de documentos o libros sin que la persona lo haga manualmente.
El autopen funciona mediante un brazo mecánico que sigue una plantilla programada de la firma, logrando un resultado que parece hecho a mano, pero que es idéntico en cada reproducción. Esta característica puede levantar sospechas sobre la autenticidad de las firmas si se descubre su uso.
El caso más conocido fue el de Bob Dylan en 2022, cuando se reveló que sus ediciones limitadas del libro The Philosophy of Modern Song contenían firmas generadas con autopen. Los compradores advirtieron que las firmas eran demasiado similares, lo que provocó críticas y llevó a Dylan a admitir el uso del autopen debido a problemas de salud y el impacto de la pandemia. La editorial ofreció reembolsos, pero el incidente puso en debate la ética del uso del autopen cuando no se informa al público.
Ahora, la controversia se extiende al ámbito político. El Departamento de Justicia de Estados Unidos ha abierto una investigación sobre los indultos y conmutaciones firmados por el presidente Joe Biden, ante sospechas de que algunos podrían haberse autorizado mediante autopen. Esta situación plantea cuestionamientos sobre la transparencia y legitimidad de decisiones oficiales firmadas con esta tecnología.
En resumen, aunque el autopen facilita procesos que requieren múltiples firmas, su uso debe ser transparente para evitar dudas sobre la autenticidad y ética, tanto en el mundo del entretenimiento como en la política.
