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Este domingo, los colegios electorales de Camerún abrieron sus puertas para unas elecciones presidenciales en las que el actual jefe de Estado, Paul Biya, busca un octavo mandato. Con 92 años, Biya es el presidente más longevo del mundo y enfrenta una oposición fragmentada, debilitada por la exclusión de su principal rival, Maurice Kamto.
Cerca de ocho millones de ciudadanos están llamados a votar en más de 30.000 centros de votación distribuidos por todo el país, abiertos entre las 08:00 y las 18:00 hora local (07:00–17:00 GMT). La diáspora también podrá participar en más de cuarenta centros establecidos en misiones diplomáticas.
En la capital, Yaundé, se observaron escenas mixtas: mientras algunos colegios registraron largas filas, en otros la asistencia fue más escasa. Entre los votantes, Parfait Ekoe expresó: “Quiero que mi voto cuente y que el candidato trabaje por mejorar la inserción de los jóvenes en el mundo laboral”. Otro ciudadano, Bogning Stanislas, declaró: “Desearía que hubiera un cambio y que los resultados reflejen lo que se promulgue”, mientras que Marlène pidió simplemente paz.
Además de Biya, los votantes encontrarán en las papeletas a once candidatos, incluida Hermine Patricia Tomaino Ndam Njoya, la única mujer en la contienda, y dos exministros que dejaron sus cargos para competir ante la incertidumbre por la avanzada edad del presidente y la falta de un sucesor claro.
Los comicios se celebran en un contexto marcado por conflictos armados, como el separatismo en las regiones anglófonas del Noroeste y Suroeste, que ha dejado más de 6.000 muertos desde 2017, y la violencia yihadista en el norte del país por Boko Haram e ISWAP, que ha provocado más de 35.000 muertes en la última década en la región.
La observación internacional es limitada, con presencia de la CEEAC, pero sin despliegue de la Unión Africana o la Unión Europea, mientras que las organizaciones locales enfrentan problemas de recursos para supervisar las elecciones.
