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Paul Tagliabue, quien dirigió la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) durante 17 años de crecimiento y prosperidad sin precedentes, falleció este domingo a los 84 años, según informó su familia.
La causa de muerte fue una insuficiencia cardíaca agravada por la enfermedad de Parkinson.
Tagliabue asumió la jefatura de la NFL en 1989, sucediendo a Pete Rozelle, y fue sucedido en 2006 por el actual comisionado, Roger Goodell. Durante su gestión, el valor de las franquicias se multiplicó por diez y la liga se expandió de 28 a 32 equipos, incorporando a los Carolina Panthers, Jacksonville Jaguars, Cleveland Browns y Houston Texans. Además, más de dos tercios de los equipos construyeron o renovaron estadios bajo su liderazgo.
Entre sus mayores logros se destaca haber consolidado una relación sólida entre propietarios y jugadores, evitando huelgas laborales y asegurando contratos televisivos récord. También implementó el sistema de agencia libre y el tope salarial, pilares de la competitividad actual del deporte.
Tagliabue fue el rostro de la NFL durante momentos críticos de la historia estadounidense, como los ataques del 11 de septiembre de 2001 —cuando canceló la jornada de partidos en señal de respeto nacional— y el huracán Katrina en 2005, al garantizar el regreso de los New Orleans Saints a su ciudad.
En 2020, fue exaltado al Salón de la Fama del Fútbol Americano Profesional por su legado institucional. “Siempre vuelvo a los jugadores; ellos hacen que el juego sea lo que es”, expresó durante su discurso de ingreso.
Tras su retiro, continuó vinculado al ámbito deportivo y académico, destacando su rol como presidente de la junta directiva de la Universidad de Georgetown, su alma mater, entre 2009 y 2015.
Paul Tagliabue deja un legado de estabilidad, crecimiento y modernización que marcó una era dorada para la NFL y redefinió el modelo de gestión en el deporte profesional estadounidense.








