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Durante su segundo día de visita a Líbano, el papa León XVI instó a que los migrantes que escapan de “conflictos absurdos y despiadados” nunca sean rechazados, sino acogidos, en un sentido gesto de solidaridad desde el santuario de Harissa, uno de los principales lugares de peregrinación del país.
Ante cerca de 2.000 personas, incluyendo obispos y religiosos, el pontífice animó a los católicos libaneses a mantener su fe, a pesar de ser actualmente menos del 30 % de la población, y de vivir en un país marcado por el ruido de las armas y las exigencias de la vida cotidiana.
León XVI puso de relieve la situación de los migrantes que han arribado al país en los últimos años, principalmente sirios y palestinos. Durante su discurso, escuchó testimonios como el del padre Youhanna, quien relató la convivencia pacífica entre libaneses y refugiados en Debbabiyé, un pequeño poblado fronterizo con Siria, a pesar de la extrema necesidad y la amenaza de bombardeos.
También escuchó la historia de Loren, una voluntaria filipina que ayuda a migrantes, y de James y Lela, una pareja sudanesa que tuvo que escapar de la guerra y fue recibida en Líbano. El papa enfatizó: “Lo que han vivido nos obliga a comprometernos para que nadie tenga que huir de su país debido a conflictos absurdos y despiadados, y para que quien llama a la puerta de nuestras comunidades nunca se sienta rechazado, sino recibido con hospitalidad”.
La visita del pontífice tiene especial relevancia en un país que, con apenas 5,8 millones de habitantes, acoge a cerca de 1,5 millones de refugiados y migrantes, y que además atraviesa una profunda crisis económica. El padre Manuel, religioso maronita, señaló que la llegada del papa es “una bendición” para un país que, pese a las dificultades, conserva esperanza, mientras que el misionero argentino Luis Montes destacó la importancia de la visita no solo para los católicos, sino también para los musulmanes, con quienes los libaneses mantienen una convivencia notable en Medio Oriente.
León XVI concluyó su intervención recordando la responsabilidad hacia los jóvenes y la necesidad de ofrecerles oportunidades de renacimiento y desarrollo, incluso en medio de los restos de un mundo con dolorosos fracasos, reafirmando así el mensaje de solidaridad y acogida que caracteriza a esta histórica visita.
