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Por más de cuatro temporadas, la Fórmula 1 pareció tener dueño: Max Verstappen. El neerlandés gobernó con puño de hierro, sin dejar lugar para las sorpresas. Hasta que apareció él. Lando Norris, el chico de sonrisa permanente y talento indeleble, puso fin a un dominio que parecía eterno y se consagró campeón del mundo por primera vez en su carrera tras un cierre de temporada electrizante en el Gran Premio de Abu Dhabi.
El tercer puesto en Yas Marina fue suficiente para sellar un año en el que compitió rueda a rueda con Verstappen y con su propio compañero, el australiano Oscar Piastri. Fue una pulseada que se estiró hasta la última vuelta del último fin de semana. Un campeonato que se vivió con nervios a flor de piel y que terminó con el británico levantando el trofeo más codiciado del automovilismo.
Un heredero multimillonario que no perdió la simpleza
Norris nació en Bélgica el 13 de noviembre de 1999, aunque compite con la bandera británica. Su padre, Adam Norris, amasó una fortuna que lo ubicó entre las 500 personas más ricas del Reino Unido. Pero a pesar de haber crecido rodeado de comodidades, Lando desarrolló una cualidad que lo distingue del resto: la humildad.
En el paddock es habitual verlo bromear, acercarse a los fanáticos o incluso quedarse después de las carreras ayudando a los mecánicos. “Me gusta aprender, estar con ellos, divertirme. Si puedo dar una mano, lo hago”, ha dicho más de una vez. Ese espíritu cercano, casi de “chico normal”, lo acompañó desde sus primeros pasos en el karting.
Pero no fue solo carisma: desde muy pequeño dejó claro que tenía el talento que el dinero no compra. Ganó el Mundial de Karting en 2014 y fue campeón en categorías como la MSA Formula, la Fórmula Renault y la Fórmula 3 Europea. McLaren lo reclutó pronto, convencido de que había descubierto a una joya para el futuro.
El largo camino a la gloria
Norris debutó en la Fórmula 1 en 2019. Pasaron seis años, 151 carreras y un sinfín de aprendizajes hasta alcanzar el tan ansiado título. Su crecimiento fue constante, pero el gran punto de inflexión llegó en 2024, con su primera victoria en Miami. A partir de entonces, su carrera tomó vuelo y McLaren encontró el impulso técnico que necesitaba para volver a ser protagonista.
En 2025, Norris alcanzó once triunfos y se mantuvo firme en una batalla triple que incluyó tensión interna y una presión constante de Verstappen, uno de los pilotos más dominantes de la historia reciente. Pero Lando nunca perdió el equilibrio. Mantuvo la sonrisa, sí, pero también la concentración que se necesitaba para resistir cada golpe de la competencia.
El campeón que no deja de ser él mismo
A pesar del éxito, Norris asegura que sigue siendo el mismo. “A veces bromeo, a veces estoy serio. Como cualquiera. Lo importante es concentrarse en el coche cuando toca, y disfrutar cuando se puede”, suele decir.
Su estilo fresco contrasta con la política habitual de la Fórmula 1, pero eso jamás lo intimidó. “Mientras haga mi trabajo en la pista, puedo ser quien soy fuera de ella”, afirma. Y ese equilibrio entre profesionalismo y humanidad lo ha convertido en uno de los personajes más queridos del paddock moderno.
Una nueva generación, un nuevo campeón
Norris forma parte de una camada que cambió la cara de la F1: Verstappen, Leclerc, Russell, Gasly, Albon, Ocon. Todos crecieron entre kartings, simuladores y redes sociales. Todos hablan claro. Todos conectan con los fanáticos desde un lugar más cercano.
Lando, sin embargo, tiene un toque extra: su espontaneidad. Su amigo Sacha Fenestraz, piloto argentino, lo resume bien: “Es una persona increíble, con un corazón enorme”. Fenestraz recuerda incluso cuando le hizo probar fernet por primera vez. Norris no pudo pasar del primer sorbo: “¿Qué es este remedio?”, preguntó entre risas.
Un logro compartido
Tras bajar del auto en Abu Dhabi, Norris tuvo claro a quién agradecer. “A mis padres”, dijo con la voz quebrada. Luego habló de su equipo: “Conocí a mucha gente que me ayudó en este camino. Es un esfuerzo enorme para todos en McLaren”.
No se atribuye méritos exclusivos. Insiste en que fue un trabajo colectivo, en que el auto mejoró porque todos lo empujaron en la misma dirección. Pero la historia recordará otra cosa: que él fue el piloto que llevó a McLaren de regreso a la cima y que tuvo la valentía de desafiar al gigante Verstappen.
El inicio de algo más grande
Lando Norris cierra 2025 como campeón mundial, como el piloto que derrotó al hombre más dominante de la era híbrida. Pero también como un reflejo del futuro de la Fórmula 1: competitivo, talentoso, humano.
Su sonrisa sigue ahí, intacta. Solo que ahora, bajo el casco, también brilla un número 1 que no llegó por casualidad.








