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Este fin de semana, la comuna de Cité Soleil, una de las más afectadas por la pobreza y la violencia en Haití, fue escenario de una masacre devastadora. Al menos 110 personas, todas mayores de 60 años, fueron asesinadas por integrantes de una pandilla liderada por Monel Mikano Félix, conocido como el cabecilla del grupo criminal Wharf Jeremie. La matanza fue desencadenada por la acusación de que las víctimas habían enfermado al hijo de Félix mediante rituales de brujería.
Según la Red Nacional en Defensa de los Derechos Humanos (RNDDH), el ataque se llevó a cabo con machetes y armas blancas, resultando en al menos 60 muertes el viernes y 50 el sábado. La situación en Cité Soleil es crítica, ya que los residentes viven bajo el control opresivo del crimen organizado, que ha suplantado al Estado en muchas áreas del país.
La tragedia se intensificó cuando se reveló que Félix había consultado a un chamán vudú, quien culpó a los ancianos de la enfermedad de su hijo, que lamentablemente falleció el sábado. La prohibición de utilizar teléfonos móviles en la zona ha dificultado la recopilación de información sobre este horrendo suceso.
La banda Wharf Jeremie, que cuenta con aproximadamente 300 miembros, ha sido responsable de múltiples actos de violencia en Puerto Príncipe, incluyendo una masacre en 2018 que dejó al menos 71 civiles muertos. A pesar de los esfuerzos del Gobierno haitiano por frenar el avance de estas bandas, la situación sigue siendo alarmante, y la misión de seguridad internacional aprobada por la ONU en 2023 enfrenta serias limitaciones.
La reciente masacre en Cité Soleil es un recordatorio escalofriante de la crisis de seguridad que enfrenta Haití, un país que clama por ayuda y estabilidad en medio de un ciclo interminable de violencia y sufrimiento.
