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Los recientes cambios bajo la administración Trump han causado un gran trastorno en la agencia encargada de brindar ayuda humanitaria en el extranjero. Decenas de altos funcionarios han sido puestos en excedencia, miles de contratistas despedidos, y miles de millones de dólares en asistencia internacional han quedado congelados.
El secretario de Estado, Marco Rubio, defendió la paralización de la ayuda exterior, señalando que “el gobierno de Estados Unidos no es una organización benéfica”. Esta medida ha generado preocupación entre organizaciones de ayuda, ya que la suspensión de fondos podría afectar programas vitales, como los de apoyo nutricional para niños desnutridos.
Funcionarios del Departamento de Estado y USAID informaron que se les ha solicitado presentar solicitudes para eximir ciertos programas de la congelación impuesta desde el 20 de enero.
