|
Getting your Trinity Audio player ready...
|
Aunque la pérdida de memoria, la confusión y los cambios de humor son síntomas ampliamente reconocidos de la demencia, una psicóloga británica ha puesto el foco en una señal menos conocida: las alteraciones en los hábitos alimenticios.
La Dra. Kellyn Lee, psicóloga colegiada de la Universidad de Southampton y especialista en salud mental y demencia, ha destacado la relación entre el deterioro cognitivo y la dieta. Según sus observaciones, las personas con demencia pueden experimentar cambios drásticos en sus preferencias alimentarias, incluso rechazando comidas que antes disfrutaban.
“Sabemos lo que le gusta comer a alguien que conocemos desde hace años. Pero cuando la demencia aparece, el cerebro ya no procesa los mensajes como antes, y eso puede cambiar todo”, explicó la especialista en una publicación reciente.
Entre los ejemplos que menciona, se encuentran casos de personas que dejan de disfrutar platos tradicionales como el pescado con papas fritas o el rosbif, debido a que los sabores y texturas ya no les resultan agradables. Estos cambios sensoriales pueden alterar por completo la experiencia de comer.
La Sociedad de Alzheimer del Reino Unido respalda estas observaciones, señalando que los cambios en la alimentación son comunes en personas con demencia. Incluso se han documentado casos de vegetarianos que comienzan a consumir carne, o personas que olvidan restricciones alimentarias impuestas por motivos religiosos.
En etapas más avanzadas, algunos pacientes pueden llevarse objetos no comestibles a la boca, como servilletas o jabón. Ante estas situaciones, los expertos recomiendan mantener una vigilancia constante y retirar cualquier elemento que pueda representar un riesgo.
Además, es frecuente que las personas con demencia olviden que ya han comido, lo que puede generar ansiedad o discusiones. Para manejar estos episodios, la Dra. Lee sugiere emplear técnicas de distracción: “En lugar de corregirlos, es mejor redirigir su atención con una actividad distinta”, aconseja.
Con más de seis millones de estadounidenses afectados por esta condición, los especialistas insisten en la importancia de reconocer señales tempranas y adaptar el entorno para brindar un cuidado más seguro y empático.
