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El presidente ruso Vladimir Putin realizó una visita oficial a Mongolia, marcando su llegada a Ulán Bator con una ceremonia que incluyó guardias de honor y alfombras rojas. Este viaje se produce a pesar de la orden de arresto emitida en su contra por la Corte Penal Internacional (CPI), que acusa a Putin de crímenes de guerra en Ucrania.
Putin llegó a la capital mongola el lunes por la noche, en lo que se percibe como un acto de desafío no solo hacia la CPI, sino también hacia Ucrania, Occidente y organizaciones defensoras de los derechos humanos que han exigido su arresto. La CPI, con sede en La Haya, ha acusado a Putin de deportación ilegal de niños ucranianos desde el inicio de la invasión rusa en 2022.
La reacción de Ucrania no se hizo esperar. Kiev condenó enérgicamente el viaje de Putin y acusó a Mongolia de complicidad en los crímenes de guerra del presidente ruso al no detenerlo en el aeropuerto. Ucrania había solicitado a Mongolia que ejecutara la orden de arresto, y la CPI había instado formalmente al país asiático a colaborar con el tribunal y arrestar a Putin, recordando que Mongolia ratificó el tratado en 2002.
Sin embargo, en la práctica, las posibilidades de que Ulán Bator cumpla con la orden de arresto son limitadas. Mongolia, una democracia que se encuentra entre Rusia y China, mantiene estrechos lazos culturales con Moscú y también tiene una significativa relación comercial con Beijing. Esta visita de Putin a Mongolia, la primera en cinco años, ha sido celebrada con grandes banderas rusas y mongolas en la emblemática Plaza de Gengis Kan.
