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En las últimas semanas, un creciente descontento ha surgido entre la clase media del país, que ha encontrado en los cacerolazos una forma de expresar su rechazo a la reciente reforma fiscal. Este método de protesta, que recuerda a las manifestaciones del 2020, se ha extendido por diversas ciudades, evidenciando la preocupación de un sector que se siente amenazado por las nuevas políticas tributarias.
Desde la comodidad de sus hogares, los ciudadanos han hecho sonar cacerolas y sartenes para exigir al gobierno una reconsideración de las medidas propuestas. La principal inquietud radica en la posibilidad de que estas reformas aumenten la carga impositiva sobre la clase media, lo que podría afectar gravemente su capacidad de ahorro y consumo.
Este fenómeno refleja la determinación de la clase media por alzar la voz y demandar un cambio ante políticas que perciben como perjudiciales para su estabilidad financiera.