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Este domingo, el Papa Francisco hizo un llamado desde la isla francesa de Córcega a la necesidad de establecer una «sana laicidad» que fomente un diálogo abierto y fructífero entre la religión y la política. Durante su discurso en el congreso «La religiosidad popular en el Mediterráneo», celebrado en Ajaccio, el Papa destacó la importancia de desarrollar un concepto de laicidad que sea dinámico y evolutivo, capaz de adaptarse a diversas situaciones y promover la colaboración entre las autoridades civiles y eclesiásticas.
El Papa citó a su predecesor, Benedicto XVI, quien afirmaba que una sana laicidad implica liberar la religión del peso de la política, al mismo tiempo que enriquece la política con las contribuciones de la religión. Francisco enfatizó que esta relación debe mantenerse dentro de los límites de cada uno, garantizando que la política actúe sin instrumentalizar la religión y que las creencias religiosas puedan vivirse libremente.
En su discurso, el Papa también resaltó la riqueza de la piedad popular en Córcega, que refleja los valores de la fe y la cultura de los pueblos. Su visita a la isla, motivada por la profunda tradición religiosa local, se produce tras la negativa de asistir a la inauguración de la catedral de Notre Dame en París.
Además, Francisco animó a los jóvenes a involucrarse más en la vida socio-cultural y política, instando a todos los líderes a estar cerca del pueblo y a escuchar sus necesidades. También advirtió sobre el riesgo de que algunas manifestaciones religiosas sean utilizadas por grupos que buscan fortalecer su propia identidad.
Tras su discurso, el Papa se dirigirá a la catedral de Santa María de la Asunción para un encuentro con sacerdotes y seminaristas, y concluirá su jornada con una reunión con el presidente francés, Emmanuel Macron, en el aeropuerto.