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El crecimiento de la inteligencia artificial (IA) es un fenómeno imparable. Cada vez aparecen modelos más sofisticados y poderosos que ofrecen herramientas revolucionarias, pero este avance tiene un precio: el altísimo consumo energético. Según estudios recientes, la electricidad necesaria para mantener y operar los centros de datos dedicados a la IA podría superar el consumo anual de España, cifrado en 246 TWh.
Los centros de datos son instalaciones llenas de servidores y procesadores donde se entrena la IA y se ejecutan sus operaciones. Con la reciente inversión de 500.000 millones de dólares anunciada por Estados Unidos para potenciar el desarrollo de la IA, se espera que la demanda energética aumente considerablemente.
El Departamento de Energía de EE. UU. informó que el consumo de los centros de datos se ha triplicado en la última década, y se proyecta que para 2028 alcanzará los 325 TWh. Este incremento coloca a la IA como uno de los sectores más exigentes energéticamente, superando incluso a países enteros como España.
Para satisfacer esta demanda, las inversiones incluyen no solo la construcción de nuevos centros de datos, sino también de plantas energéticas que puedan alimentarlos. Expertos como Shasolei Ren, profesor asociado de ingeniería eléctrica en la Universidad de California, advierten que “si no se mejora la eficiencia energética de estos centros, la sobrecarga de la red llegará mucho antes de lo previsto”.
Una posible solución es recurrir a centrales nucleares, una idea respaldada por empresas como OpenAI, Meta y Google. Las plantas nucleares ofrecen una fuente de energía constante y no dependen de factores climáticos, lo que las convierte en candidatas ideales para alimentar las operaciones de la IA.
Más allá de la energía: retos de refrigeración y agua
El consumo eléctrico no es el único problema. Los centros de datos generan una enorme cantidad de calor, lo que requiere sistemas avanzados de refrigeración. Estos sistemas consumen miles de millones de litros de agua, planteando un desafío adicional en cuanto a ubicación y sostenibilidad.
Para construir estas instalaciones, se necesita un acceso cercano tanto a una central nuclear como a fuentes de agua abundantes, lo que complica aún más la expansión de la infraestructura.
El avance de la IA está transformando el mundo, pero también plantea interrogantes sobre su sostenibilidad energética y ambiental. Mientras las inversiones y desarrollos continúan, los líderes de la industria y los gobiernos tendrán que encontrar formas innovadoras y responsables de abordar estos retos, garantizando que la IA no solo sea poderosa, sino también sostenible.