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A medida que se acerca la Nochebuena, el 24 de diciembre se transforma en una de las fechas más esperadas por las familias dominicanas. Más allá de los regalos o la música, la celebración gira en torno a la mesa: un espacio donde se reafirman tradiciones, se reúnen generaciones y se comparte lo mejor de la cocina criolla.
En los hogares del país, el cerdo asado ocupa un lugar protagónico. Preparado al horno o en púa desde tempranas horas del día, este plato simboliza abundancia y celebración. Su aroma anuncia que la noche especial está cerca y convoca a vecinos y parientes alrededor del fogón.
Junto al cerdo, no faltan los pasteles en hoja, una de las recetas más representativas de la Navidad dominicana. Elaborados con masa de plátano o guineo verde, rellenos de carne sazonada y envueltos en hojas de plátano, requieren tiempo, paciencia y trabajo en equipo, lo que los convierte en una verdadera tradición familiar.
El menú se completa con el arroz navideño, generalmente preparado con gandules, carnes y pasas, además del infaltable moro o arroz blanco que acompaña los platos principales. A su lado, la ensalada rusa, hecha a base de papa, zanahoria, remolacha y mayonesa, aporta color y frescura a la mesa.
Las bebidas también tienen su protagonismo. El ponche crema, preparado con leche, huevos y un toque de ron, suele servirse como brindis especial, mientras que refrescos y jugos acompañan la cena hasta pasada la medianoche.
Más allá de la comida, la Nochebuena en República Dominicana se vive entre música típica, villancicos, risas y visitas inesperadas. Las familias se extienden, las puertas permanecen abiertas y la mesa se comparte con quien llegue, reflejando el espíritu solidario que caracteriza estas fechas.
Así, cada 24 de diciembre, el dominicano celebra no solo con platos tradicionales, sino con unión, memoria y esperanza, manteniendo vivas costumbres que pasan de generación en generación y que hacen de la Nochebuena una noche verdaderamente especial.
