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El icónico clásico navideño Mi Pobre Angelito (Home Alone), estrenado en 1990, no solo dejó una huella imborrable en el cine navideño, sino que también se convirtió en un hito en términos de negociaciones contractuales y éxito financiero para algunos de sus actores, especialmente Macaulay Culkin y Daniel Stern.
El Legado de Macaulay Culkin y las Regalías
Mi Pobre Angelito fue un fenómeno cultural, recaudando más de 500 millones de dólares a nivel mundial y consolidándose como uno de los mayores éxitos taquilleros de la historia del cine familiar. Protagonizada por Macaulay Culkin como el ingenioso Kevin McCallister, la película no solo catapultó la carrera del joven actor, sino que también le garantizó una fuente de ingresos por años gracias a una cláusula única en su contrato.
Culkin, que tenía solo 10 años cuando filmó la película, firmó un acuerdo que le otorgaba regalías sustanciales por las futuras transmisiones de la película. Gracias a esta visión de futuro en su negociación, Culkin ha generado millones de dólares con las emisiones anuales durante las fiestas navideñas, un testimonio de cómo un contrato bien negociado puede asegurar un flujo de ingresos continuo y duradero en la industria del cine.
El Viaje de Daniel Stern: De la Renuncia a la Fortuna
Sin embargo, uno de los aspectos más interesantes de Mi Pobre Angelito es la historia de Daniel Stern, quien interpretó a Marv Murchins, el torpe ladrón que forma parte del dúo cómico junto a Joe Pesci (Harry Lyme). A pesar de ser una de las figuras clave de la película, Stern estuvo cerca de no participar en el proyecto debido a desacuerdos salariales cuando los productores ampliaron el rodaje de seis a ocho semanas sin ofrecerle un aumento en su salario, que inicialmente era de 300.000 dólares.
Stern decidió abandonar el proyecto, lo que obligó a los productores a buscar a otro actor para el papel. Sin embargo, tras varios intentos fallidos de encontrar un reemplazo adecuado, los productores se acercaron nuevamente a Stern. Este regreso resultó ser crucial, ya que el papel de Marv se convirtió en una de las piezas centrales que contribuyó al éxito de la película. Más tarde, Stern reflexionó sobre su decisión de abandonar la película y la describió como «una de las decisiones más estúpidas» de su carrera profesional.
Negociaciones de la Secuela: Un Acuerdo Astuto
Tras el éxito rotundo de Mi Pobre Angelito, la secuela, Mi Pobre Angelito 2: Perdido en Nueva York (Home Alone 2: Lost in New York), se convirtió en un proyecto inevitable. Al enterarse de que su coprotagonista Joe Pesci recibiría hasta 3 millones de dólares por su participación, Stern adoptó una postura más agresiva y estratégica durante las negociaciones para la secuela.
Aunque el estudio le ofreció inicialmente 600.000 dólares —el doble de lo que había ganado en la primera película— Stern rechazó la oferta, sintiendo que su contribución al éxito de la franquicia merecía una mayor compensación. Tras intensas negociaciones, Stern exigió 1,5 millones de dólares, además de un 2% de las ganancias brutas de la película. Aunque el estudio redujo el porcentaje al 1%, Stern logró obtener un acuerdo que reflejaba mejor su valor dentro de la franquicia.
Éxito Financiero y Lecciones de Negociación
La secuela, estrenada en 1992, fue otro gran éxito, recaudando 359 millones de dólares en todo el mundo. Stern recibió su salario pactado de 1,5 millones de dólares y, además, se benefició de un extra de 3,59 millones de dólares gracias a su participación en las ganancias brutas de la película, lo que en términos actuales equivaldría a aproximadamente 8,07 millones de dólares.
Este acuerdo, aunque con una reducción en su porcentaje de ganancias, fue un claro ejemplo de cómo una negociación bien pensada puede transformar no solo la carrera de un actor, sino también asegurar una fuente de ingresos significativa y a largo plazo. A pesar de las dudas iniciales y de los problemas con su agente, Stern supo jugar sus cartas de manera inteligente, demostrando que, en Hollywood, el éxito financiero no solo depende del talento, sino también de la capacidad para negociar acuerdos beneficiosos.
Más de tres décadas después de su estreno, Mi Pobre Angelito sigue siendo una de las películas más queridas de la Navidad, y el personaje de Marv Murchins sigue siendo un ícono. La astucia de Daniel Stern tanto en su actuación como en sus negociaciones lo ha consolidado como una figura clave dentro de la franquicia y un ejemplo de cómo un actor puede, mediante una jugada estratégica, aprovechar al máximo el éxito de una película.
En última instancia, la historia de Stern demuestra que, al igual que su personaje torpe pero ingenioso, a veces basta con una jugada inteligente para salir victorioso en la industria del cine.