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El anuncio de que la Policía Nacional de la República Dominicana estrenará un nuevo uniforme el próximo año ha generado una variedad de reacciones entre los ciudadanos. Para muchos, este cambio representa un símbolo de renovación y un esfuerzo por modernizar una institución que durante años ha sido percibida como obsoleta y, en ocasiones, marcada por la corrupción y el abuso de poder. Un uniforme moderno puede ser un primer paso para crear una imagen más profesional y acorde con las exigencias actuales de la sociedad, en la que la estética y la apariencia también juegan un papel clave en la confianza que se deposita en las instituciones. Sin embargo, es importante preguntarse: ¿un uniforme nuevo será suficiente para transformar la realidad de la Policía Nacional o estamos ante un cambio superficial que no tocará los problemas estructurales más profundos?
Un nuevo diseño de uniforme también podría implicar una mejor funcionalidad para los agentes, ya que en muchas ocasiones el vestuario de los policías ha sido criticado por no ser cómodo ni adecuado para sus funciones. Mejorar la calidad del equipo policial puede impactar en la eficiencia operativa, lo cual es clave para fortalecer la presencia y efectividad en las calles. Sin embargo, este tipo de cambios debe ir acompañado de un proceso más amplio de capacitación, equipamiento tecnológico y un enfoque renovado en la ética y la formación policial. La apariencia externa es solo un aspecto; lo que verdaderamente puede cambiar la percepción de la ciudadanía sobre la Policía es el comportamiento, la actitud y el respeto a los derechos humanos.
La aceptación del nuevo uniforme dependerá no solo de su diseño o de su funcionalidad, sino también de la percepción que la población tenga sobre la verdadera voluntad de cambio dentro de la institución. Si el cambio de uniforme es visto como un intento de «lavado de imagen» sin una reforma profunda en las prácticas internas y una lucha decidida contra la corrupción, puede ser interpretado como un gesto vacío que no aborda las necesidades reales de la sociedad. Para que el cambio sea genuino y eficaz, debe ir más allá de lo superficial y convertirse en parte de un compromiso integral que incluya rendición de cuentas, mayor transparencia y un verdadero esfuerzo por recuperar la confianza pública en la Policía Nacional.
