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Con menos de un mes para las elecciones, la campaña de Donald Trump ha eludido participar en el proceso oficial de transición presidencial, lo que representa un cambio notable en comparación con prácticas anteriores. Esta falta de acción podría complicar una posible transferencia de poder si Trump resulta electo.
El equipo del ex presidente no ha cumplido con dos plazos esenciales para formalizar acuerdos con la administración saliente, como exige la ley federal, y no ha presentado un plan ético necesario para organizar su futura administración. Aunque algunos miembros de su equipo asistieron a una reunión en la Casa Blanca recientemente, la comunicación con el gobierno de Biden ha sido escasa y se han perdido oportunidades para recibir actualizaciones sobre seguridad nacional.
Este enfoque de Trump refleja una desconfianza hacia el gobierno que busca liderar, además de ofrecerle ventajas como evitar restricciones de recaudación de fondos y normas éticas que podrían generar conflictos de interés. Representantes de su equipo, formalmente conocido como Trump Vance 2025 Transition Inc., aseguran que sus abogados continúan negociando con el gobierno actual.
Mientras tanto, el equipo de transición de la candidata demócrata, Kamala Harris, ya ha firmado los documentos necesarios para el proceso, el cual se ha considerado tradicionalmente como un esfuerzo bipartidista. Los candidatos suelen comenzar a formar equipos meses antes de las elecciones, preparándose para gestionar la burocracia federal y asegurar una transición fluida.
Al retrasar su participación, el equipo de Trump podría estar perdiendo servicios gubernamentales y financiación vital, además de obstaculizar la obtención de autorizaciones de seguridad esenciales para su equipo. Según expertos, una transición efectiva es crucial para una administración exitosa, permitiendo una mejor organización y seguridad nacional.
Este no es el primer desacato de Trump a las convenciones. En 2016, tras una aparente preparación estándar, su campaña cambió drásticamente al despedir a su equipo de transición después de la jornada electoral. Cuatro años más tarde, la administración de Trump mantuvo un enfoque similar, ignorando el resultado electoral y deteniendo la asignación de recursos al próximo presidente electo durante semanas.